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Recomendamos: Deadwood (TV)


Dakota del sur, siglo XIX. Plena expansión de colonos blancos ingleses por tierras amerindias. La fiebre del oro despierta y atrapa mezquinos aventureros de todas las partes del continente. Se tejen redes mortales. La pobreza, la sordidez y la miseria arrastran al ser humano a un asentamiento llamado Deadwood, en plena fase de crecimiento civil. Barro, burdeles, juego, corrupción y un umbral de desgracia acompañado por constantes borracheras de Whisky barato levantan los cimientos de esta serie, a la altura técnico-artística de los grandísimos westerns cinematográficos como Sin Perdón o El Jinete Pálido, de Clint Eastwood, los Espagueti Westerns de Leone o las sangrientas obras de Peckinpah (Grupo Salvaje), junto con las sólidas narraciones del mejor Ford.

Deadwood es una serie producida por HBO que retrata los inicios decadentes de la América colonizada y arrebatada a los nativos. Sujeta a unos diálogos y una narración comparable a la mejor poesía en cuanto a métrica, musicalidad y elaboración, concede vida a unos personajes —muchos de ellos personajes documentados e históricos de la época—, que únicamente aspiran a la supervivencia diaria en un campamento asfixiante y mugriento. Deadwood es un espejo sucio sobre las raíces salvajes de lo que posteriormente sería la América moderna anglosajona, donde la envidia, la celosía y el ansia de poder subyugaban a los hombres, haciéndoles cometer todo tipo de crímenes, traiciones y atrocidades. La fiebre maldita y delirante del oro. La lucha de clases y de poder.


Hermosamente fotografiada, exquisitamente decorada, bella y dolorosamente narrada, posiblemente se trate de uno de los trabajos más profundos y crudos que se han producido para la televisión en un formato tan denso y maduro, en consonancia con uno de los repartos más soberbios y profesionales que ha podido reunir esta productora. La única pega —gran aberración— fue la repentina cancelación de la serie nada más terminar la tercera temporada.

Al parecer, HBO anuló Deadwood ya que los costos de producción eran demasiado elevados para el presupuesto establecido. David Milch, creador y principal guionista de la serie, no aceptó las condiciones de finalizar la serie tan bruscamente —en 6 capítulos adicionales—, y destruir tan frívolamente todo el trabajo creado, no sólo por él, si no por un gigantesco equipo de técnicos y artistas con los que ya había establecido vínculos y amistad.

En cualquier caso, a pesar de esta estéril y lamentable circunstancia, merece la pena introducirse en este asombroso relato macabro, sin edulcorantes, en el que las desgracias del hombre giran en torno a una esperanza que nunca llega, ni si quiera con el brillante y poderoso oro. Un must en toda regla, que debe disfrutarse en versión original para sumergirse en la característica entonación del lenguaje inglés lugareño de la época.

1 comentario:

  1. SOlo vi la primera temporada pero me pareció buenísima. Tu articulo ha dejado claro que hay que seguir, gracias!!

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